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Last Updated: 11 February 2014
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La religión y la esfera privada
En la última sección se aborda un espacio íntimo y familiar, que los griegos designan con el término de casa (el oikos). La religión, que marca la vida cívica, impregna igualmente los gestos de la vida privada. En la antigua Grecia, las principales etapas de la vida (nacimiento, pubertad, matrimonio y muerte) requieren la celebración de ritos de paso de un estado al otro.
El matrimonio
Con sus aspectos rituales, festivos y sociales fundamentales, el matrimonio es la fiesta familiar más importante, ya que une a dos familias y permite asegurar su continuidad. El matrimonio no es una ceremonia propiamente dicha, sino una sucesión de ritos de paso que se desarrollan a lo largo de tres días.
El primer día se considera una fase de ruptura para la futura esposa, quien lo dedica a prepararse física y simbólicamente para pasar a otra vida. Con ese fin, ofrece un mechón de cabello, un cinturón (símbolo de virginidad) y los objetos de su infancia a las diosas Artemisa y Atenea. Las dos familias proceden a sacrificios prenupciales (las proteleia), en homenaje a las divinidades que presiden las bodas y a los dioses de la ciudad. Al finalizar la jornada, se lleva a cabo el ritual de la lutroforia, celebrado por las mujeres que acuden a la fuente a recoger en lutróforos el agua del baño nupcial.
El segundo día es el de la boda propiamente dicha, el gamos, durante el cual la joven novia se dirige del hogar de su padre al de su esposo para comenzar su nueva vida. Ella viste un chiton y un himation que le cubre la cabeza, y se adorna con joyas. El padre de la desposada organiza un banquete, luego se forma el cortejo y la fiesta prosigue en la calle. Esta procesión familiar tiene lugar durante la noche, a pie o en carreta, con la dirección de un guía. La madre de la novia sostiene las antorchas, la nympheutria acompaña a la novia y el parochos ocupa su lugar al lado del novio. Todos son recibidos por los suegros, que esperan a la entrada de su residencia. La novia franquea el umbral bajo una lluvia de frutos secos, siguiendo un rito de acogida y fecundidad. Luego llega el momento de la remoción del velo o anakalypteria: la novia se descubre la cabeza, el novio contempla a su esposa y entran a la alcoba nupcial, el thálamos, vigilada por un portero.
El tercer día es la fase de integración y adaptación de la desposada a su nuevo estatus. Al despertar, la joven asiste al ritual de las epaulia o entrega de la dote por parte del padre y regalos de los allegados. Entre los regalos figura el lébès gamikos, vaso de uso nupcial, pero también vestidos, estuches, perfumes.
Algunos días después, la recién casada consagra algunos de sus regalos a divinidades femeninas (Atenea, Deméter, Koré...). En Atenas, el recién casado oficializa su matrimonio con la gamelia, al ofrecer un banquete a los miembros de su fratría. Este acto oficial puede celebrarse también durante la fiesta de las Apaturias, en octubre, que es igualmente el momento de presentar y registrar los niños nacidos a lo largo del año.
La muerte
La muerte y los ritos funerarios que la acompañan constituyen un segundo aspecto de la vida privada desarrollado en la exposición.
Para los griegos, el reino de los muertos o Hades se situaba en un mundo subterráneo, al que solamente los ritos, sacrificios y libaciones permitían apaciguar. Conocemos las costumbres funerarias gracias a las excavaciones arqueológicas, pero también a los testimonios literarios como los que nos ofrece Homero. Los antiguos recurren a la cremación y a la inhumación, y la elección de una u otra práctica parece depender de preferencias familiares o individuales, además de que varía según el espacio y el tiempo. Como se consideraba que el mundo de los muertos era impuro, las necrópolis o ciudades de los muertos están ubicadas por fuera de las aglomeraciones, con el fin de separarlas del mundo de los vivos.
Las etapas principales del ritual funerario se desarrollan a lo largo de varios días.
El primer día, la purificación y la veneración del muerto, que permiten el paso de un mundo al otro, son llevadas a cabo por los miembros de la familia. El cuerpo es bañado, ungido con aceites perfumados y engalanado con flores y coronas por las mujeres. Este ritual precede a la exposición del difunto, o prothesis, sobre un lecho de gala, la cliné, en su propia residencia. Los allegados podían rendir así un último homenaje al difunto antes de la inhumación o la cremación. Para expresar pesadumbre, las mujeres prorrumpen en lamentaciones mientras se arrancan el cabello o se laceran el rostro.
Al amanecer del tercer día, el cuerpo es transportado sobre un carro hasta la necrópolis. Este cortejo fúnebre, o ekphora, puede dar lugar a largas y ruidosas procesiones. Ofrendas constituidas por objetos personales del difunto (armas, joyas, prendas de vestir...) y figurillas de terracota se dejan para quemar o enterrar con el cuerpo. Sobre las tumbas se hacen sacrificios de animales y libaciones rituales, y la ceremonia termina con un banquete funerario.
En las necrópolis, el emplazamiento de las tumbas se marca con un signo o sema. Según el periodo, puede tratarse de vasos monumentales en terracota o mármol, estatuas o estelas de piedra esculpidas o pintadas; sobre las estelas, una inscripción grabada indica el nombre del difunto. En la época arcaica, se representa al muerto acompañado de miembros de su familia, a veces debajo de un pequeño edículo llamado naiskos. También puede haber estatuas funerarias en altorrelieve ubicadas en nichos.
El tercer y el noveno días después de los funerales, los allegados dejan alimentos sobre la tumba. Luego, el trigésimo día, un banquete pone punto final al periodo de duelo. En lo sucesivo, el «día de los muertos» (nekysia) y los «días de los ancestros» (genesia), los allegados realizan libaciones y ofrecen alimentos, guirnaldas y canastos a los difuntos. En estas ocasiones se lavan las estelas, se les unta aceite traído en lecitos, y se las adorna con cintas y guirnaldas. Estas escenas de visita a las tumbas están ampliamente ilustradas en vasos en los que reinan el silencio y el recogimiento.
La imagen de la muerte y el paso de un mundo a otro también se evocan de manera alegórica con la presencia de personajes mitológicos como Hipnos y Tánatos, hijos de la Noche y personificaciones del Sueño y la Muerte, o Hermes, guía de las almas.
La dernière section aborde un espace intime et familial, que les Grecs désignent sous le terme de « maisonnée » (l’oikos). La religion qui scande la vie civique imprègne également les gestes de la vie privée. Dans la Grèce antique, les principales étapes de la vie (naissance, puberté, mariage et mort) requièrent l’assistance de rites de passage d’un état à un autre.
Le mariage
Avec ses aspects rituels, festifs et sociaux fondamentaux, le mariage demeure la plus importante des fêtes familiales. Elle unit deux familles et permet d’assurer leur continuité.
Le mariage n’est pas à proprement parler une cérémonie mais plutôt une succession de « rites de passage » qui se déroulent sur trois jours.
Le premier jour est considéré comme une phase de rupture pour la future épouse. Elle le consacre à se préparer physiquement et symboliquement à son passage dans une autre vie. Pour cela, elle offre une mèche de cheveux, une ceinture (symbole de virginité) et les objets de son enfance aux déesses Artémis et Athéna. Les deux familles procèdent à des sacrifices prénuptiaux (les protéleia) en hommage aux divinités qui président aux mariages et à celles de la cité. En fin de journée, intervient le rituel de la loutrophorie assuré par les femmes qui se rendent à la fontaine pour recueillir l’eau du bain nuptial dans des loutrophores.
Le deuxième jour est celui du mariage proprement dit, le gamos, au cours duquel la jeune épouse se rend de la demeure de son père vers celle de son mari pour une vie nouvelle. Elle revêt un chiton et un himation formant un voile sur sa tête, et se pare de bijoux. Le père de la mariée organise un banquet, puis le cortège se forme et la fête se poursuit dans la rue. Cette procession familiale s’effectue la nuit, à pied ou en carriole, sous la direction d’un guide. La mère de la mariée tient les torches, la nympheutria accompagne la mariée et le parochos prend place à côté du marié. Tous sont accueillis par les beaux-parents qui se tiennent à l’entrée de leur demeure. La mariée en franchit le seuil sous une pluie de fruits secs selon un rite d’accueil et de fécondité. Puis c’est le moment du dévoilement ou anakalyptéria: la mariée découvre sa tête, le marié contemple son épouse et ils se rendent dans la chambre nuptiale, le thalamos, gardée par un portier.
Le troisième jour est la phase d’intégration et d’adaptation de la mariée à son nouveau statut. A son réveil, la jeune femme assiste au rituel des épaulia, ou remise de la dot par le père et des cadeaux par les proches. Parmi les présents figurent le lébès gamikos, un vase d’usage nuptial, mais aussi des vêtements, des coffrets, des parfums…
Quelques jours plus tard, la mariée consacre certains de ses présents à des divinités féminines (Athéna, Déméter, Koré…). A Athènes, le marié officialise son mariage, lors de la gamélia, en offrant un banquet aux membres de sa phratrie. Cet acte officiel peut se dérouler aussi lors de la fête des Apatouries, en octobre, qui est aussi l’occasion de présenter et d’enregistrer les enfants nés dans l’année.
La mort
La mort et les rites funéraires qui l’accompagnent constituent un second aspect de la vie privée développé dans l’exposition.
Pour les Grecs, le royaume des morts, l’Hadès, se situait dans un monde souterrain que seuls rites, sacrifices et libations permettaient d’apaiser. Les coutumes funéraires nous sont connues par les fouilles archéologiques mais aussi par les témoignages littéraires tels que ceux d’Homère. Les Anciens recourent à la crémation et à l’inhumation, le choix de l’une ou de l’autre des pratiques semble relever de préférences familiales ou individuelles et varie selon l’espace et le temps. Le monde des morts étant considéré comme impur, les nécropoles, ou « villes des morts », sont installées en dehors des agglomérations afin de les séparer du monde des vivants.
Les principales étapes du rituel funéraire se déroulent sur plusieurs jours.
Le premier jour, la purification et la vénération du mort, qui permettent le passage d’un monde à l’autre, sont effectuées par les membres de la famille. Le corps est baigné, oint d’huiles parfumées et paré de fleurs et de couronnes par les femmes. Ce rituel précède l’exposition du défunt, ou prothésis, sur un lit d’apparat, la cliné, dans sa propre demeure. Les proches peuvent ainsi rendre un dernier hommage au défunt avant l’inhumation ou la crémation. Pour exprimer le chagrin, les femmes effectuent des lamentations en s’arrachant les cheveux ou se lacérant le visage.
A l’aube du troisième jour, le corps est transporté en char vers la nécropole. Ce cortège funèbre, ou ekphora, peut donner lieu à de longues et bruyantes processions. Des offrandes constituées d’objets personnels du défunt (armes, bijoux, vêtements…), et de figurines en terre cuite sont déposées afin d’être brûlées ou enterrées avec le corps. Des sacrifices d’animaux et des libations rituelles sont effectuées sur les tombes, et la cérémonie s’achève par un banquet funéraire.
Dans les nécropoles, l’emplacement des tombes est marqué par un signe ou sèma. Il peut s’agir selon les périodes de vases monumentaux en terre cuite ou en marbre, de statues ou de stèles en pierre sculptées ou peintes. Sur les stèles, une inscription gravée indique le nom du défunt. A l’époque archaïque les stèles sont parfois surmontées d’un motif décoratif en forme de palmette. A l’époque classique, le mort est représenté accompagné de membres de sa famille, parfois sous un petit édicule appelé naïskos. On trouve aussi des statues funéraires en ronde-bosse placées dans des niches.
Le troisième et le neuvième jour après les funérailles, les proches déposent de la nourriture sur la tombe, puis le trentième jour, un banquet met fin à la période de deuil. Par la suite, le « jour des morts » (nekysia) et les « jours des ancêtres » (genésia), les proches effectuent des libations et offrent aux défunts des aliments, des guirlandes et des corbeilles. A cette occasion les stèles sont lavées, enduites d’huiles contenue dans des lécythes et ornées de bandelettes et de guirlandes. Ces scènes de visite à la tombe sont largement illustrées sur les vases où règnent le silence et le recueillement.
L’image de la mort et le passage d’un monde à un autre sont aussi évoqués de façon allégorique par la présence de personnages mythologiques tels qu’Hypnos et Thanatos, fils de la Nuit, personnifications du Sommeil et de la Mort, ou Hermès, Dieu du passage.